Esto lo escribió en 2004 Miguel Lagorio allá en México; es un fragmento de su artículo En torno a la nostalgia, la música y la radio, columna sobre música “Algunos bemoles” del portal Fiesta de la Pasta que publicamos con algunos amigos durante algún tiempo:

Eduardo Darnauchans y su “A través del Espejo” fueron otro muy buen ejemplo de cómo hacer un programa de radio atractivo sin pretender que la música que se difundía (la que a él le gustaba) fuera emblema de mayorías; muy por el contrario reconocía que su público nunca sería masivo y esto de alguna manera era parte de su gesto: el trovador de baladas melancólicas, culto, lector de la saga artúrica y de los poetas provenzales; musicalizador de alguno de ellos mismos, tomando el micrófono no ya para cantarle a la penumbra que se abría más allá del escenario, sino para dejar fluir otras voces ilustradas por su propia voz pausada, dialogando con quienes de este lado lo escuchábamos sobre cada canción o intérprete que elegía.
Acotado casi exclusivamente al rock y Beat de los sesenta, dándole cabida a grupos de los cuales se tenían pocas referencias como Procol Harum, Moody Blues, Easybeats, alternados con leyendas: Stones, Hendrix (donde Dylan, claro, tenía lugar preferencial) y a baladistas y poetas como Leonard Cohen, Donovan Leicht, Angelo Branduardi, Antoine, con alguna incursión (es lo que recuerdo) en torno a músicos montevideanos como Fernando Cabrera, Darnauchans se las ingeniaba para remar a contracorriente, remar canciones decía, y allí sí, desgranar la nostalgia que para él entrañaba cada canción.

Lo que decíamos más arriba, no importa ser auto referencial, apelar a la memoria y experiencia personal en tanto algo se convoque; si son fantasmas, que no se termine adivinando que sólo era alguien debajo de una sábana.
La nostalgia es un componente básico de la poética y las melodías de Darnauchans; acompaña ritualmente cada gesto de su voz, y eso permanecía, estaba presente en la radio, en la voz que se abría paso entre los nebulosos, cansinos y pesados acordes iniciales de “The Pusher” de Steppenwolf con que abría y cerraba cada emisión. En una frase; la sensibilidad de Darnauchans como compositor y cantor lo sostenía en la radio, su memoria personal, su nostalgia nos invadía cuando citaba la música de otros, de la misma manera que cuando él cantaba. Gozábamos con el eco de un goce auto referencial.