Una de mis reliquias darnauchanianas que no había podido encontrar es un mantelito de papel de algún restaurant, con mapa de Uruguay, en cuyo lado de atrás tenía escrito una especie de poema medio cómico sobre México, con las grandes e inconfundibles letras del Darno y su firma con hoz y martillo abajo. Eso me lo trajo el día de mi despedida, 17 de abril de 1999 (siglo pasado), cuando estaba por irme una vez más a vivir a Mexico; el mantelito venía con una foto suya, también dedicada, y una de sus mágicas chalinas que siempre tuve colgada (y tengo) junto a mi computadora, fuera en México DeEfe (como escribió él), Guanajuato, Querétaro o Montevideo. La prenda que la dama daba al caballero para que guiara su mano en el combate…
El mantelito no aparecía. Yo sólo lograba recordar: “Hay en México DeEfe/ un lugar en Coyoacán/ rima con Darnauchans…”
Hoy, cuando preparaba las actividades de escritura del taller (también escribimos durante el horario de nuestro encuentro), revisé consignas de otros años para elegir el ejercicio que iba a proponerles. Hay decenas y decenas; se me ocurrió una que trabaja con objetos como disparadores. El año pasado la hice y dejé todos los objetos en una canasta ahí, en el altillo; al agarrar la canasta (y casi casi sacarle las telarañas) decidí renovar un poco la cosa, dejar algunas de los cosas e imágenes utilizadas pero agregarle otras para que los alumnos que vinieron el año pasado tuvieran más opciones.
Y ahí estaba: el codiciado mantelito de Eduardo Darnauchans! Se ve que había parecido muy sugestivo ponerlo entre las alternativas, sobre todo porque nadie podría imaginarse que era de él. Lo que no puedo entender, salvo apelando a las más refinadas leyes de la sincronicidad, es que se me haya ocurrido hacer *esa* consigna precisamente ahora, hoy, a una semana de su muerte nada más, lo que me llevó obligadamente a revolver la canasta y encontrarlo. ¿El objeto me llamó a mí, yo llamé al objeto?
DE PROFUNDIS CLAMAVO AD TE
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