Ayer Mujica se reunió a puertas cerradas con los militares de alto rango. No dejó entrar a la prensa, pero se especula acerca de los temas sobre los que puede haber versado su discurso de media hora o más: reconocimiento de la postergación salarial, futuro plan habitacional de emergencia (en el que se involucrará a militares, no sólo servirán para fumigar mosquitos), derechos humanos con caducidad de la pretensión vengativa del Estado. Ese encuentro también es parte de esa irrealidad de final hollywoodense que estamos viviendo hoy: Mujica como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, hablándole a sus soldados.
Pero el delirio no termina allí: hay documentación que prueba la fallida cualidad de pitonisos de ciertos gobernantes, como esta joyita de 1986 que nos regala Sanguinetti. Y nadie los culpa, porque ¿quién podría haber imaginado -seriamente hablando- este desenlace histórico, más allá de los siempre necios deseos de imposibles?
Ver para creer Gaby. Qué fantástico!