Morgana: -Yo nunca tuve ese problema de la página en blanco, del bloqueo al querer escribir…
Ginebra: -¡Yo tampoco! Siempre que quise escribir, que me senté realmente a hacerlo, escribí. Entiendo que a la gente le pase y trato de distraerlos para que logren salir de sus parálisis sin darse mucha cuenta, pero a mí jamás me pasó. 

Morgana: -El tema es disponerse realmente a escribir ¿no?

Ginebra: -Sí: sentarse. Parar la voz del mundo. Tener derecho a perder el tiempo…
Ginebra: -No puedo poner ese disco [*] porque está asociado a mi novela trunca, y entonces siento unas ganas incontrolables, irresistibles de escribirla, de retomarla… 

Morgana: -Pero entonces está buenísimo: ¡ponelo! 

Ginebra (mortificada): -Nooooo, no puedo, no puedo dejarme arrastrar por la novela. No haría otra cosa, me perdería. ¿Y mis obligaciones, el sustento que en estos momentos no me da? 

Morgana (comprensiva, pero internamente en desacuerdo): -Sí, claro… 


[silencio]

Ginebra: -¿Te diste cuenta? “Trunca” es casi igual a “tranca”. 
 
“El acto creador es peligroso porque la gente puede ir y no volver más. Por eso yo procuro rodear mi vida de personas sólidas, concretas, de mis hijos, de una empleada, de una señora que vive conmigo y que es muy equilibrada. Para que yo pueda ir y venir dentro de la literatura sin el peligro de quedarme allá. Todo artista corre un gran riesgo. Hasta la locura. Por eso debe tener cuidado”. 
Clarice Lispector, entrevista para la revista Texturas
[*] Into the labyrinth, Dead Can Dance