He tenido tan poco tiempo para escribir en el blog, que siento que todo ha sido una seguidilla de sábados sobre los que me hubiera gustado escribir (que a su vez enmarcaban otras cosas, como mi tremenda gripe, un maravilloso taller de historia personal que ya está por terminar otra vez, insights varios, la revaloración de la figura de mi padre como un constante apoyo para que confiara en mis talentos, Astor que poco a poco vuelve a tomar confianza en la escuelita y su mundo independiente, mi preocupación por la total pérdida de rumbo de P. desde hace años, los primeros logros de G. como diseñador web, etc).

El primer sábado fue maravilloso, pues los tíos invitaron a Astor a su casa y además nos prestaron auto: G. y yo salimos disparados rumbo al Mercado del Puerto! Nos pareció hermosísimo. Yo no iba hace dos años, él, hace cuatro. Fue paquete completo: Roldós con sandwichitos y el maléfico medio y medio (ya no tomo más que un vasito), un vino en la barra acompañado con asado (no al revés, nótese), un café en el Irazú donde me encontré con el buen Loustaunau y coordinamos un encuentro en casa. La verdad es que volví radiante. Ahí pergeñamos el esbozo de plan de ir algún día con Astor: temprano no había mucha gente y ¿por qué no?

El segundo sábado eran cuatro meses de la muerte de Eduardo. Increíble. En el Mercado del Puerto me parece imposible no acordarme de él (a veces lo encontraba en el privado de Roldós, cuando sólo estaba ese espacio diminuto: hoy hay toda una extensión!). También pienso en V. y en P. cuando voy. Y en Marta Gularte: G. y yo una anécdota increíble con ella, y una filmación.

El tercer sábado llevamos a Astor al Mercado por primera vez. Tomó una Fanta en el Roldós. Ya está iniciado. Fue increíble tener la libertad de estar allí, sin tenerla. Fuimos con V. La pasamos lindo.

El cuarto sábado es mañana. Y yo terminé el trabajo atrasado. Qué felicidad. Y hasta dejé un post en el blog.

Ya veremos. Probablemente “Ratatouille” (lo que sea, con tal de estar en la oscuridad de una sala de cine!)