Nada. Que todos los días me duermo a las 2:00 a.m. Alguien en mi estado existencial de maternidad (con toda la alegría que eso me da, a estas alturas de conocer al maravilloso niño duende de los ojos azul hielo) no puede darse esos lujos porque al otro día la paga *con la saña despiadada del Universo*:
“Mamá… vino el soi!!!!”
y la rueda del día empieza, triturando los huesos y la mente, hasta las próximas 2:00 a.m.
Nunca en la vida se me habían juntado tantas evaluaciones por hacer, atraso, atraso, y entonces me cuesta más encararlas porque me angustio. Mañana me siento y no me paro hasta ponerme al día (no digamos adelantar!). Una vez que empiezo con una, me meto en el asunto y me gusta; lo que no me gusta es la pila sobre mi escritorio virtual!
Homenaje a Levrero el 31 en la Biblioteca Nacional. Una evaluación literaria de unas 50 páginas. Un texto (lindo, mirada literaria sobre la realidad) a escribir para la revista Dixit. Taller de portales web en la UCU en septiembre. Promoción urgente del taller de mitología y escritura. Y last but not least, los talleres presenciales.
Pobrecilla de mí, con tanto laburo y casi diluída en internet…
Lamentablemente y a pesar de la hora, no puedo quejarme: mis trabajos son simplemente maravillosos. La que está cansada y resfriada soy yo. Bolsa de agua caliente conmigo y hasta mañana.