Ya sé que todo el mundo se muere, y que él no estaba bien, pero… ¡murió Bergman!
Para mí, toda una época. A los 19-20 años (¡qué peligro!). “El séptimo sello” es de las películas que más he visto, a pesar de que cada vez el lenguaje parece más añejo: a mí me fascinó. Vi prácticamente toda la filmografía, leí sus memorias. Otra que me llegó hondo fue “El fracasado”. Creo que mi tío Pocho fue quien me hizo ir a verla; supongo que se identificaba con el personaje, con sus neurosis (Bergman es el amo de las neurosis, aunque también incursionó en otros desajustes). El Dios Araña, el andrógino, uno de sus actores estrella con Alzheimer o algo así, el cáncer de “Gritos y susurros” en rojo, la cara perfecta de Liv Ulman llenando la pantalla, la violación de “La fuente de la doncella”, el cura con crisis de fe, las frutillas con leche, el pastor protestante, tardes y noches en Cinemateca…
Vaya con Dios (sé que no le haría gracia mi despedida, pero lo mejor que le podría pasar es que hubiera un dios esperándolo)