Bueno, empezó junio y estoy sobreviviendo sin traumas, para mi sorpresa. Incluso llego a encontrar lindos algunos días. Es la época de la estufa a leña, del vino tinto, de la pasta y los guisos, del chocolate amargo, de la poesía triste, de las hojas amarillas y rojas pendiendo de los árboles, del agradecimiento cuando algún día sale el sol, a pesar del frío. Pero el frío no ha logrado penetrar en mi alma esta vez.

Escucho “Zurcidor” y me pregunto al dejar circular por el aire esa voz otra vez, esas canciones perfectas y de otro tiempo, de un tiempo fuera del tiempo y del espacio: “¿Se da cuenta el mundo de lo que perdimos con la muerte de Darnauchans o ya dieron vuelta la página? ¿Tomaron conciencia de lo que implica esta pérdida? Porque si lo hubieran hecho, estarían llorando todavía, rasgándose las vestiduras, llevándole flores y flores a la tumba, prendiéndole velas para pedirle favores, construyendo estatuas y monumentos en su memoria, nombrando las calles con su nombre, enseñando sus canciones en la escuela junto con Artigas y demás, cubriendo de pétalos cada lugar por donde pasó, agradeciéndole una y otra vez que haya nacido en este país, que nos haya dado la oportunidad de descubrirlo, aun agazapado debajo de las piedras… “

La verdad es que todavía no me animo a poner “El ángel azul”.