Es terrible el abandono de mi blog (cuando hablo de “mi blog”, en estos momentos quiero simbolizar “mi escritura, mi creación literaria”, aunque no sean sinónimo). Quizás me quise quedar en RADIANTE para siempre, no sé, o quizás se debió a que he venido de mal en peor con mi salud y hace poco tuve una especie de manifestación de Greenpeace en mi interior de la que salí apedreada (y bien merecido que lo tenía!). El resultado fue positivo: ahora me estoy cuidando más del estrés, la hiperrrrrrresponsabilidad, la Laguna Estigia, las listitas de pendientes, y sobre todo dedicando un poco de tiempo a atender el reclamo que mi cuerpo viene haciendo hace meses con contracturas que recuerdan la solidez del cemento. No puedo seguir siendo una entidad desencarnada, abusando cual espíritu de ouija que flota alrededor de una mesa: tengo que atender el esqueleto que me sostiene, los músculos que no me fallan (hasta que no dan más). ¿Cuándo le consulté a mi cuerpo si quería embarcarse en esta cruzada todopoderosa que he emprendido este año?

Lo bueno del asunto es que me afirmé más en la imperiosa necesidad de las vacaciones (cada año, sin excusas de pobreza ni deberes ni “el mundo no puede girar sin mí”) y las estoy disfrutando por adelantado; creí que no explotaría antes, que llegaría con la reserva del tanque pero no: tuve que hacer una parada estratégica en la estación de servicio. Y eso me sirvió, llegué incluso a hacer una primera intervención logística en el caos selvático de mi altillo, con sus montones de cajas vacías, listas para organizar, y en cambio todo tirado y revuelto por el suelo. Ahora está transitable, limpio, y cuando regrese de mi viaje lo dejaré convertido realmente en mi lugar de trabajo y escritura, no como ahora que estoy en el exilio inalámbrico permanente, algo que se puede soportar pero es ridículo cuando uno realmente tiene un espacio propio aunque sea diminuto.

Y ese desempolvar papeles me puso en contacto con dos asuntos clave:

1. Hay que deshacerse de lo viejo cuando ya cumplió su función, a menos que tenga sentido guardarlo: parece que me sintiera una traidora si me desprendo de las cosas, más si son de otros, pero me pasa incluso con información que imprimo luego de bajar de internet!
2. Reabrí el expediente de mi (larga) novela inconclusa, volví a sentir las maripositas en el estómago y el pecho por las ganas de escribirla, de sumergirme en su mundo, y recobré montones de escritos que ya ni recordaba, muchos de los cuales valen la pena.

Claro, estos son apuntes que tienen sentido sólo para mí, aburridos. Pero necesitaba darle una transfusión al blog, y quien quita que en una de esas alguien que lo lea ande en procesos parecidos…

La noche del martes soñé que el Darno había resucitado.