“Cuando parece que la vida imita al arte, es porque el arte ha logrado anunciar la vida”.

(de Epílogos míos, MB)


Es triste, muy triste despedirlo, mi primer don Mario montevideano. Le han acomodado una sala velatoria de lujo, “el Salón de los Pasos Perdidos”, en un día feriado, cansino, a media marcha (que ahora se volvió de luto nacional, decretado y espontáneo). Y además un día frío, gris, lluvioso: más montevideana la puesta en escena, imposible. Mis reverencias a la producción.

Lástima que ser inmortal sea sólo en sentido figurado: es temible este “punto final” que (nos) ponen a cada rato los escritores… Mi adolescente acaba de terminar para siempre.

La velan y lo velan aquí.