Me pregunto si la persistencia de esta curiosa tanda -por más que le doy vueltas, no puedo imaginarme la escena real de un cristiano en apuros llamando para atenderse con un doctor al que escuchó anunciándose en Radio Clarín, pero insisto: si no diera resultado, ya la hubieran dado de baja hace rato- tiene o no relación con el prototipo del macho tanguero, varón de arrabal, para quien (muy especialmente) las herramientas de la honra deben portarse siempre en alto. ¿Será un hecho que el público de Radio Clarín en particular es el segmento más productivo para este tipo de avisos? ¿Por el tango, quizás, y su melancolía amarga (que podría afectar la performance en espíritus sensibles)? ¿Por la edad? (ahora que me empecé a fijar, es cierto que también abundan los avisos de residenciales, prótesis dentales y audífonos) ¿Por la extracción social, acaso? Nebulosos borradores para sociólogos de café.
Hace años que escucho y disfruto esta clase de publicidad allí; siempre me hizo gracia, sobre todo porque me sentía una intrusa involuntaria de las intimidades del apesadumbrado interlocutor, futuro paciente del Dr. Fulano de Tal. Pero ahora se ha puesto mucho más encantador el asunto, pues a un primer doctor se ha agregado un segundo doctor, en competencia por el mercado de los tangueros amedrentados. El doctor que me parece que es más nuevo en Clarín -abriendo su escaparate sexual entre anuncios de casas de cambio, marcas de yerba y control de plagas- es más canchero, entrador:
Al rato se escucha la voz del otro doctor, delimitando su duramente ganado territorio, y dándole un tan inesperado como original nombre a su clínica:
Por lo general, entre uno y otro, como para matizar, se intercalan un sinnúmero de folklóricos anuncios que -no sé si me estoy sugestionando- parecen aludir a la misma temática:
Carbudis lo reconstruye
¡Qué no daría por escuchar la conversación telefónica de un interesado cualquiera con uno de estos doctores (o sus secretarias, si las hay)! ¿Cómo le explicará lo que le pasa? ¿O pedirá una cita sin más, simplemente mencionando que es oyente de Clarín y lo demás se supone, tal como si se tratara de una contraseña masónica? ¿Y si el doctor resultara no ser tal cosa, pero sí un médico brujo o chamán que le quiere hacer comer sospechosas hierbitas? ¿Podría negarse el paciente, teniendo el Cielo casi asegurado? ¿Cómo estar seguro de que, una vez con los datos clínicos en su poder, no lo chantajeará con la amenaza de revelarlos frente a los muchachos del café?
Es todo muy, muy misterioso. Si yo fuera hombre, ya estaría agarrando el teléfono para sacarme tal curiosidad. Llamaría y empezaría así la conversación:
SERVICIO SOCIAL DE EL LIBRO DE LOS PEDACITOS MÁGICOS EN SOLIDARIDAD CON NUESTROS LECTORES DEL SEXO MASCULINO
Dr. Moreira: 2623 1412
Dr. Russo: 2481 2992
CLARIN AM580, con mástil irradiante en 56º12’50” Longitud W., 34º47’50” Latitud S., trasmite las 24 horas al día, todo el año, en 580kc/s, desde la ciudad de Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay.
Muy simpático el post. Pero che, si seguís con temáticas como estas (bomberos ardientes, divulgación de servicios de ayuda al impotente) creo que vas a tener muchas -pero muchas, eh- visitas inesperadas… Será todo esto una estratagema tuya para ampliar el número y calidad de lectores del blog?
jajaja…
Mientras sean visitas inesperadas al blog, bienvenidos sean todos los hombres del mundo! Ahora, con el 3D, soy bastante más selectiva. Qué digo: insoportablemente selectiva!
Yo no elijo las temáticas, mi querida Vesna: ellas me eligen a mí. Y, sí, noto ciertas "ideas fixés" últimamente, pero ¿qué puedo hacer? Los caminos de la exiliada Afrodita son insondables.