I. Por la calle se veía venir a lo lejos una carroza de carnaval guiada por un chofer borracho que gritaba. No pude entender qué gritaba. Tampoco pude entender de dónde había salido una carroza de carnaval a esa altura del año, pero lo cierto es que venía desbocada hacia mí con sus dos cabezas de dragón moviéndose, una hacia la derecha, la otra hacia la izquierda, de un modo pausado e hipnótico. Empecé a correrme lentamente de la posible área de colisión cuando en realidad debí haber huido prontamente. Pero es que los detalles de las cabezas de dragón me tenían fascinado. Por lo general, esas cosas no se fabricaban con tanto detallismo ni con materiales tan brillantes como hermosos. Iban en cámara lenta, pesadas, y el coche se deslizaba a una velocidad demencial. En el último instante, con un esfuerzo desesperado, pude escapar del embrujo de la cabezas de dragón y corrí. La carroza chocó espectacularmente contra el muro y explotó, como si hubiera estado cargada de dinamita. El conductor fue proyectado hacia afuera, envuelto en llamas que por un instante parecían provenir de las cabezas despedazadas de los dragones.


nota del editor: hay que aclarar que el ejercicio consistía en que cada uno de los participantes escribiera diez palabras *exactas* (ni una más ni una menos) antes de pasárselo nuevamente al compañero.