V. no puede abrir el link de Cómo y cuándo moriré desde el blog; le mandé la URL aparte y tampoco puede. “¿Seré inmortal?”, se pregunta. La muerte propia (la de todos los allegados, en realidad, pero ¿quién más allegado que uno mismo?) es siempre una gran sombra junguiana en nuestra agenda. Yo hice el test hace tiempo y me dio que moriré a los 72 de un ataque cardíaco; la noticia era festejable! Primero, porque nunca pensé pasar de los 27, como mucho (Jim Morrison, Janis Joplin, Nick Drake… no sé por qué me identifico con músicos semisuicidas)(sin comentarios, D.); ya ando como 15 años más allá de la fecha prevista para la jubilación celular y tan campante, pero que me digan que tengo chances de llegar a ser una septuagenaria: JUAS!
La otra parte de la noticia era igualmente buena: un ataque cardíaco. El tiempo suficiente para que la película de la vida pase rápidamente frente a mis ojos y pueda articular: “Dios mío, perdona mis pecados y mándame al Cielo“, pero sin agonías y largos deterioros. Bastante conveniente, me parece. Ojalá el test sea confiable. El que quiera probar suerte (está en inglés) puede ir aquí.
También recordé, por ese bloqueo poderoso de V. que es capaz de desactivar links en la web -bruja al fin-, que también hay un Reloj de la Muerte; el mío en algún momento lo tuve funcionando, es una sensación extraña. Voy a pasarle esa opción, a ver si también puede con ella. Esa chica tiene que lidiar con su propia mortalidad antes de que sea demasiado tarde.
Pero paren las rotativas!: justo encontré este otro, The Jung Type Death Note Test. Parece que invoqué a Jung, el Maestro del Maestro, con lo de la muerte y la sombra…
Sí, sí, ya sé que a esta Señora Muerte, muertecita, pelona, calaca, huesuda o como se llame no se la controla ni se la conoce realmente ni con todos los tests del mundo (¡y mucho menos de OKCupid.com!), pero siempre sirve tener el recordatorio del relojito. Memento mori.