(y que le conste a mi amiga F. y a quienes lo hayan pensado: no son botines en el sentido de zapatos con cordones, son beneficios obtenidos a costa del prójimo en mi cumpleaños, a la usanza de los piratas o los conquistadores)
- Un MP3 Player regalado por los hombres de la casa (en realidad por el grande, pero al chiquito le gusta creerse que él es el que hace los regalos), que me ha hecho recordar cuánto me gustaba andar escuchando música todo el día y adonde fuera.
- Dos bellos adornos para el pelo, de mi señora suegra, alias “Ela Nené”.
- Un mágico kit para preparar, disfrutar, oler, mirar, gustar, leer e imaginar todo lo asociado con el café turco, y con el café como disparador de la escritura (que, como bien sabemos, es todo un maridaje). Regalado por la bruja V., amiga irremplazable a estas alturas. Con texto inédito y todo (que, al igual que el MP3, me recordó el valor de ciertos símbolos como “el pendiente de la Maga”).
- Un artefacto esotérico estupendo llamado “Orgasmatron”, mezcla de batidora manual, tenedor encefálico y antena parabólica de bolsillo, regalado por la más científica de mis cuñadas.
- Un CD doble, pirata y antologado con amor y seso por el fan número uno del Divino Darno, traído a casa en mano por un misterioso caballero no virtual.
- Un regalito también en mano (de una compañera de clase que no veo hace 25 años) que ya fue mandado desde México por mi fiel comadre P.
- La enorme diversión de transformar el billete de mis padres en placeres ya casi olvidados como tres discos (canciones sefaradíes del Darno, tangos en vivo y Loreena Mc Kennitt), tres libros (uno de Dostoievsky que empieza “Soy un hombre enfermo. Soy un hombre malvado. Soy un hombre desagradable... etc”, otro del valor terapeutico de los cuentos y otro de suicidas célebres en la historia, que era uno de mis proyectos) (escribir un libro con ese tema, no ser suicida célebre) y unas guillerminas de Blancanieves. ¡Es genial ir al shopping a comprar, es una experiencia insólita! Así que de eso se trataba, jum…
Creo que no me olvido de nada. Sí, menudos botines acordonados este año! Con todos estos regalos, llamadas y correos, juntaré fuerzas para cumplir el año que entra. Como me dijo Soraya (mexicana) en mi cumple: “Espero que este evento no deje de repetirse todos los años!!!”
Je je je…
Por cierto, el taller sobre la muerte estuvo muy bueno. Ya postearé al respecto.
Hoy se inaugura la ofrenda a Frida en la Embajada de México, y allí estaremos tomando chocolate y comiendo pan de muerto con Astor, G. y varios amigos.
El altarcito al Darno me espera para un brindis a la vuelta.
Si quieres saber tus defectos, cásate; si quieres saber tus virtudes, muérete
Uy, qué excelentes regalos!!
El libro de dostoievsky es Memorias del subsuelo, o algo asi? Recuerdo que me hizo reír mucho ese comienzo…
Qué bueno lo del taller y Frida y todo, qué país mágico que es méxico! Ojalá algún día esté por ahí en noviembre y pueda ir a uno de esos talleres.
“Si quieres saber tus defectos, cásate; si quieres saber tus virtudes, muérete” Juas! Yo lo de los defectos lo estoy viviendo en carne propia, ja ja ja.
Beso, f
Sí, es Memorias del subsuelo! Y tiene otra parte aún mejor, cuando dice: “Sí, tengo cuarenta años… Cuarenta años son toda la vida, son….ya una vejez. Vivir más de cuarenta años es una desgracia, es algo inmoral y vil. ¿Quién vive después de cumplir los cuarenta años? ¡Respondan sincera, honradamente! Yo se los digo: los imbéciles y los malvados. Sí, esos son los que viven más de cuarenta años. ¡Lo digo en la cara de todos los viejos, de todos esos respetables viejos de pelos plateados y perfumados! Lo digo ante el universo entero. Tengo derecho a hablar así porque sé que yo viviré hasta los sesenta, hasta los setenta, hasta los ochenta años!… ¡Esperad! ¡Dejadme recobrar el aire!”
Estaba con ganas locas de tener algo de Dostoievski MÍO. Es otro loco colega escorpiano, como el Darno, Dylan Thomas, Pablo Picasso, Sor Juana Ines de la Cruz, y otros revirados como esta servidora.
JUAS! Es increíblemente gr-cio-so! Y al final hasta que edad vivió??? (fui a mirar en internet: vivió justamente hasta los 80!)
Pero, che, eso era antes de los antioxidantes, las cremas antiarrugas y los tratamientos de algas en alicia rissoto! Ja ja ja. Yo me estoy volviendo vieja, porque veo a los de 40 como recién nacidos!
Besos
Es super gracioso, realmente. Sobre todo si el tema ya no te afecta: si no, debe ser tragicómico leer un manifiesto así!
Es increíble cómo se programa la gente: ¿hasta los 80, justo, y con todas las que pasó? Hay cosas que uno tiene claras en el inconsciente y no hay caso. ¡Y yo que me iba a morir antes de los 27, qué fiasco! (pero era racional, como mi abuelo, que dijo desde los 49 hasta los 85 en que realmente murió, CADA CUMPLEÑOS SIN FALTA: “Sí, pero de este año no paso: a esta edad murió mi papá…”). Etc.
Lo que pasa es que no lo puedo tomar en serio, porque me alcanza con mirar alrededor para corroborar que no, que no sólo los imbéciles o los malvados son viejos (además, en el silgo XIX el promedio de edad era entre 47 y 60 años). No me gusta adherir al pensamiento romántico de los jovenes suicidas. Para envejecer con vida hay que tener una valentía y una fuerza que no la tiene el suicida de 30. Louise Bourgeios, por nombrar a uno de mis más recientes amores.
Dijo Jung “Desde la mitad de la vida en adelante, sólo permanece vivo quien esté dispuesto a morir con vida”. Comprendo el texto de D porque hay mucha, muchísima gente que después d los 40, e incluso de los 30 o de los 25, están muertos en vida.
Te parece que tu abuelo diría eso como forma de exorcizar la muerte? Mi abuela también, siempre se estaba por morir y no se moría. Sobrevivió a muchas enfermedades… hasta los ochenta y pico.
Bueno, sí, supongo que tendría que exorcizar la muerte todo el tiempo: él era bipolar y su padre se había suicidado a los 49, edad de la que se supone mi abuelo no pasaría, según su percepción. Cuando murió a los 85 fue una desilusión: estábamos convencidos de que viviría hasta los 100!
Estoy de acuerdo. Ser un joven romántico y suicida, narcisista inmortalizado en su mejor expresión, es lo más fácil. Lo difícil es envejecer y, no obstante, no envejecer del todo.