…me di cuenta cuando tuve el accidente, es decir, cuando perdí prácticamente todas las ilustraciones de mi blog en un mal movimiento cibernético. En el tsunami, fue arrastrada también la plantilla (que era original, diseñada para mí por artes ajenas, un generoso regalo irrepetible que me representaba). Ahora tiene una plantilla estándar, como ven: masiva, repetida, anónima. Blogger era mi casero y me cambió las leyes, o yo cometí un error, o ambas cosas se juntaron en conspiración fría; luego me enteré de que lo mismo le pasó a varios blogueros, caídos en el campo de batalla. Un buen día, mis imágenes desaparecieron. El blog lo empecé en el 2004; luego lo dejé intocable hasta el 2007, y a partir de entonces escribí mucho aquí, muchísimo. Un mal movimiento, sí. Un accidente. Lo que pasa es que un blog es una delicada criatura que se alimenta, cuida, acaricia y cura; como un Billikín del misterio bíblico, un coacervadito de Oparín de código binario que se desliza nadando, gozoso, en el caldo primigenio de internet. No, no tiene arreglo. Así se quedó el mío, flotando boca arriba, mortalmente herido, zozobrando en los océanos de la World Wide Web. Porque un blog es también una obra multimedia, no solamente textual. Necesita sus imágenes, sus links, sus videos arqueológicos de YouTube, sus soundtracks absurdos, sus complicidades. Se lee en varias dimensiones simultáneas. Un blog de casilleros grises con enormes signos de exclamación para marcar la ausencia de una ilustración es, sobre todo, una obscenidad. Semejante presencia de su plataforma es imperdonable para la vista, como si le miráramos la ropa interior.
Perdí las ganas de escribir. Al menos aquí, bajo estas circunstancias.
Y sin embargo, creo que llegó el momento de que nos vayamos poco a poco de ese enjambre infernal de las redes sociales, que volvamos a concebir narraciones unitarias, con cierta extensión o desarrollo; salirnos de ese parloteo ubicuo del megusta/nomegusta en el que nos hemos embarcado todos como liceales bobos mirándose al espejo. Tenemos que resucitar la blogósfera, antes de que sea demasiado tarde. Por eso he tratado de remendar algunos posts, de recuperar sus imágenes, de rellenar las cicatrices. Pero no me da la paciencia, me falta capacidad de tejido, de telar, de araña, de Penélope. Yo me harto tarde o temprano del telar, tiro todo con el brazo y me pongo a buscar la espada, como un Aquiles disfrazado que, cuando se aburre, termina delatándose a sí mismo. Y sin embargo a veces el dolor regresa, y me veo allí, tan torpe, intentando remendar otra vez; me veo bordando con hilo contrahecho, cosiendo a cáñamo con mis groseras puntadas. Pero no, nunca lo recuperaré como era.
Quizás deba dejarlo ir como una ballena perdida, internándose en altamar cada vez más lejos, hasta que pueda olvidarlo.
Tener hosting propio sería un primer paso razonable.
Igual, se sabe que Job no recuperó a su familia muerta: únicamente formó otra.
Es un final feliz bastante tramposo.
Hola Gabriela, desde mi humilde opinión tal vez el señor Blogger, al que imagino un hombre de edad avanzada y con mucha paciencia, se levantó un día de esos de sol radiante, con ganas de limpiar la casa de pensión, sacar las telarañas y todo eso..Y tal vez la escoba, (una de paja de esas que todavía fabrica algún escobero artesano), barrió más de lo debido, como pasa muchas veces, en este caso invadiendo espacios (o ciberespacios) de sus inquilinos. Porque se supone que él tiene llave de todos los recintos de su propiedad y sus potestades van hasta lo más recóndito, como el "Gran Hermano" del reality, decidiendo qué cosas que atesoramos, son cosas viejas que no sirven y que merecen ser botadas. En fin, Gabriela, veo que juntas los pedacitos mágicos y volverás a tener disponible para tus seguidores, ese tesoro de la literatura uruguaya que son tus páginas literarias. Un abrazo!
Muchas gracias, Antonio: desde que existen las redes sociales, ya no me acordaba de lo que era recibir un comentario en el blog que no fuera spam! 🙂 De un ser humano real, y que quede junto al texto que lo generó, no en los mares perdidos de Facebook o Twitter, pasando desechables como la cinta de un antiguo telex.
Me pareció buena oportunidad este post del accidente informático para decidir cerrar el ciclo de este blog, luego de diez años de iniciado. Pero muy pronto habrá novedades interesantes para la gente de letras (es decir, quienes las leen, escriben, disfrutan, usan de disparador de reflexión o lo que sea). Una buena movida con material en constante actualización estará en http://www.letrasvirtuales.com
Un abrazo y gracias otra vez por pasar.