Foto histórica (mala, muy mala, pero qué suerte que se me dió por sacarla: nunca se me pasó por la cabeza que hoy ambos estarían muertos) de dos pérdidas sin cicatriz a la vista, para mí y para gran parte de los uruguayos (entre ellos cuento a Astor, su generación, los que todavía no existen siquiera, los nietos de mis bisnietos que igual leerán sus libros y escucharán sus canciones: la inmortalidad pasa por otro lado, por suerte). Eduardo Darnauchans y Mario Levrero, el Darno y Carlitos, juntos en mi despedida a México. Sótano de mi casa en José María Muñoz, 17 de abril de 1999, milenio pasado.